Sobre
el tema que encabeza esta entrada Tasio Munárriz nos dice:
Después de ser detenidos, encarcelados y juzgados, medio
millón de combatientes republicanos pasaron por 188 Campos de Concentración
españoles a lo largo de 6 años. Aunque el nombre coincide con los Campos
alemanes, no eran de “exterminio” como éstos, si bien las condiciones de
hacinamiento, frío, hambre e insalubridad fueron la causa de la muerte de
muchos internados. Unos veinte portugalujos pasaron por los Campos, sobre todo
por el de Miranda de Ebro.
Sotero Larrazabal Gárate,(en la foto superior)
domiciliado en la calle del Medio y con un puesto de carnicería en la plaza del
mercado de Las Arenas, solía recordar que en aquel Campo dormía en el suelo
sobre hojas de remolacha. Por eso, creía que aquello había sido una azucarera. En
realidad el solar de 42.000 m2 pertenecía a la empresa Sulfatos Españoles y
estaba situado entre las instalaciones ferroviarias de la línea Castejón-Bilbao
y el río Bayas. Al poco tiempo de su ingreso, un funcionario del Campo, casado
con Milagros Menoyo, de la calle del Medio, entró donde estaban los presos y
preguntó si había alguien de Portugalete. Larrazabal levantó la mano y desde
entonces le pasaban a diario un recipiente lleno de café (o un sucedáneo) con
leche por un ventanuco a ras del suelo de su celda. Aquello le salvó la vida.
Pasado el año, salió pesando 35 kg. Este Campo fue el
último en cerrarse, en 1947.
El 1 de setiembre de 1937 seis prisioneros portugalujos en el Campo de Vega de Carriedo (Cantabria) (Jesús Astondoa, Lucio Llorente Sánchez, Juan Vizcaya, Esteban Trigueros García, Teodoro Abacias y Alfredo Burgos Vitores) escribieron la carta que está bajo estas líneas, dirigida al alcalde para que intercediera junto con un jefe de Falange con el fin de conseguir su liberación. Ignoro si el alcalde hizo algo.
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