jueves, 9 de noviembre de 2023

EL HEROICO SALVAMENTO DE DOS CHICAS EN 1862 EN LA PEÑOTA

 


Ya hace tiempo Dani Docampo nos dio por primera vez la noticia de este suceso en una de sus entradas con motivo de la visita a la Villa de Francisco de Paula Madrazo (1817-1868), pero hoy la recogemos con todo detalle en la descripción que encontramos en el periódico IRURAC-BAT del 10 de agosto de 1862: 

La naturaleza ha formado en el puerto de Portugalete, cerca de la playa de los baños y en la costa, un pequeño remanso o ensenada a cubierto de la vista de los curiosos en cuyo centro se eleva una gruesa roca destacada de otras mil que contienen el mar, conocida con el nombre de la Peñota.

En este lugar se bañan mujeres, que, o temen las miradas de las gentes, o lo hacen porque sus trajes son un poco demasiado ligeros. Cuando la mar baja, la vaciante del rio es impetuosa y en Peñota se deja sentir bastante, como que se halla afuera de la punta de los muelles y extiende el rio la influencia de su desagüe hasta aquella parte.

Ayer por la mañana bañándose en Peñota, como es común en la estación presente, gran número de personas, cuando tres bilbaínos que precisamente ocupaban la punta mas saliente del muelle de la Atalaya, observaron que en Peñota ocurría algo extraordinario, ya por los gritos que se oían, por los ademanes de algunas personas y por ciertos movimientos de otras que indicaban pedir auxilio, de lo que se convencieron ayudados de unos gemelos que consiguieron llevar. Inmediatamente echaron a correr en aquella dirección dando voces de alarma y temerosos de no llegar a tiempo, cuando afortunadamente acababan de aparecer los Sres. D. Mariano de Larrinaga (alcalde de Bilbao) y D. Luciano de Urizar y un marinero llamado Tomás Rodriguez que los acompañaba, los cuales así que comprendieron la gravedad del caso, se precipitaron por las peñas con grave riesgo de producirse daños para llegar a Peñota, logrando el señor Larrinaga presentarse el primero, Sin consultar mas que a su corazón y sin mas tiempo que para quitarse la levita y el pantalón, arrojose al mar sudado y fatigado y nadando velozmente se dirigió hacia dos jóvenes que eran arrastradas por la corriente y por las olas y que se mantenían aun en la superficie del mar y cogiendo a una con una mano y nadando con el brazo que le quedaba libre, logró traerla a las peñas.

 Su compañera se hallaba en mayor riesgo porque el agua la arrastraba y la cubría; pero el Sr. Larrinaga apenas dejó a la primera en tierra volviese a arrojar al mar, a punto que el marinero Rodriguez hacía lo mismo y logrando coger a la joven que aparecía y desaparecía entre las olas, la trajeron a la orilla en la que casi exánime la depositaron. El Sr. Larrinaga, agobiado por el cansancio y por los esfuerzos que hizo, quedó tendido sobre una peña durante un largo rato, en medio de la admiración de las muchas personas que ya se habían reunido en aquel punto.

Un joven, hijo de un tal Pedro, mozo del almacén de quincalla llamado La Bolsa, de Bilbao, hizo cuanto pudo para auxiliar a las jóvenes, pero cansado porque nadaba hacía tiempo, no pudo socorrerlas. También un arriero las arrojó al principio el ceñidor sin atender a la suma que contenía, así como otras personas las sabanas, pero todo fue en vano. Arrastradas por la corriente y en un lugar bastante profundo ya, hubieran perecido a no haber acudido a socorro el Sr. Larrinaga y el marinero Rodriguez. Una vez depositadas en tierra, fueron objeto del mas asiduo cuidado de todos y ya por la tarde la que estuvo más expuesta a perecer e inspiraba mayor cuidado se hallaba perfectamente.

Las jóvenes pertenecen a estas dos familia honradas de Bilbao, a la del Sr. Barañano, cigarrero y a la del Sr. Rotaeche, confitero.


 

2 comentarios:

  1. En este diario el 10 de agosto de 1862 no viene esta noticia.

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  2. Francisco de Paula Madrazo no estaba en esa fecha en Portugalete, llegó más tarde. Resumiendo, los datos que indicáis no son correctos.

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