Seguimos navegando por el blog LA VIDA PASA, entre los numerosos naufragios
que recoge en la barra durante el siglo XIX, centrándolos en los de la década
de los años 60, antes de la construcción del Muelle de Hierro, que empieza recogiendo en naufragio del buque NIÑA en la que
aparecen dos de los antepasados de su autor, Aurelio.
El naufragio tuvo lugar en la entrada de la barra el 8 de febrero de 1861
en la que colisionaron el vapor mercante BIDASOA, en el que iba como
contramaestre Tiburcio Gutiérrez y Arana (bisabuelo de
Aurelio) y Ramón Ostria Peña (tío de su bisabuela) y el vapor Niña que naufragó
perdiendo a siete de sus tripulantes.
Del mes de noviembre de 1863 nos recuerda dos naufragios: la corbeta LINDA
y el bergantín AUDAZ.
Con motivo del primero, Aurelio nos muestra las diferencias y rivalidades existentes entre nuestros
marinos y sus vecinos en los salvamentos de buques, que fueron muy habituales. La
corbeta Linda que se dirigía a la Habana cargada de harinas, armas por valor
de siete mil duros, y latería y con una gran cantidad de pasajeros, después de
haber salido el domingo de nuestro puerto volvía de arribada a él esta mañana,
así como otros varios buques, cuando al atravesar la barra, con mar grande y
fuerte chubascos, ha quedado atravesada en la mojijonera del N. E. en una
situación bastante comprometida.
Los primeros que
les auxiliaron fueron algunos marineros de Portugalete, entre ellos el
guarda-ría Sr. Arechavala. Reunieron cuatro lanchas con el
piloto mayor a bordo, y la del resguardo de mar, y abordando con bastante
exposición, fueron con orden desembarcando los pasajeros y equipajes, sin que
hubiese que lamentar desgracia alguna. El segundo comandante de Marina pasó
abordo en una lancha y regresó dejando solos a los tripulantes.
En tal estado
se personó el armador del buque, D. Andrés de Isasi, quien propuso se tomase
gente marinera y dispuesta para pasar a bordo, y alistándose 17 hombres
voluntarios y disponiendo que el mayordomo de la cofradía de Algorta fuese por
tierra sobre la Escollera con 12 ó 14 hombres comunes, para recoger los objetos
que se fueran desprendiendo del buque náufrago; se embarcaron y llegaron hasta
él, pero en aquel momento viendo los tripulantes de las lanchas que los que
llegaban, era gente de Algorta se armó una terrible cuestión, que no pudiéndose
arreglar, dio por resultado el desatracarse las lanchas y por consecuencia los
voluntarios que ya habían tomado la tabla de jarcia para desaparejar se
descolgaron repentinamente y nadie quedó abordo a la mejor hora para hacer algo
o mucho, en el salvamento del aparejo.
El naufragio del AUDAZ se produjo días después cuando apenas desaparecían de las playas de Algorta los vestigios de la citada corbeta Linda.
A pesar de que el piloto
mayor, hizo la señal desde la torre de banderas del muelle de Portugalete, de
la inutilidad de la acometida, fundándose muy justamente en que las condiciones
del puerto en aquel instante eran las peores para darle entrada, el buque
siguió adelante y aunque varias lanchas de la Villa salieron a auxiliarle acabó
varado frente a la Peñota a merced de las olas y el viento.
El Irurac
bat, 13 de noviembre de 1862 decía que cansados ya los tripulantes de
esperar, echaron la lancha al mar, bajaron algunos a ella, y ya se disponían a
embarcar sus equipajes, cuando vieron salir de Portugalete una lancha bien
esquifada y dirigirse sin la menor novedad al buque náufrago.
Llegó a él, recogió a la tripulación, y estos desembarcaron en la escalinata primera del muelle de Portugalete, dejando al desgraciado Audaz dando bandazos a babor y estribor, abandonadas las velas a merced del viento, y expuesto a que por la noche no deje vestigios siquiera de lo que fueron su casco y aparejo. Este buque navegaba con sal desde Cádiz para Bilbao, e ignoramos si estaba asegurado. Sobre los montes que confinan en la Peñota vimos una multitud de gentes, que quiera el cielo no llevasen la intención de las que se presentaron en las playas de Guecho en la noche del lunes.
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