Lo
encabezamos con imágenes del multitudinario entierro que tuvo lugar en
Portugalete, con un gran gentío, dolorido y apenado, que acompañaba al féretro
llevado a hombros de mineros, a quienes rodeaban niños del sanatorio de Gorliz
y monjas del hospital de Bilbao.
Don
Enrique Areilza, nunca quiso usar el título de conde, ya era notable por su
trabajo, pero la Villa le quiso reconocer sus virtudes el 8 de mayo de 1927, un
año después de su muerte, (en vida había rechazado el puesto de alcalde)
nombrándole Hijo adoptivo de Portugalete y otorgando su nombre, “Parque del Dr.
Areilza”, al que estaba a los pies del Salto desde 1917.
La
Condesa correspondió con la financiación de la sala de operaciones del
Hospital-Asilo, que llevó el nombre del Dr. Areilza.
¿Porqué
hoy unas esculturas de monos restan protagonismo al titular del parque?. ¿No se
podía haber fundido un busto del doctor en lugar de ese mono que se lleva el
dedo a la sien?. El mono parece decirnos: ¡Algunos portugalujos no tienen remedio!.
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