Continua hoy Txomin Bereciartúa, reflexionando sobre el Portugalete que se
encontró en aquellos años de los 80 y las obras que decidió acometer en la casa
parroquial y en la Basílica, y que encabezamos con su presencia en SURPOSA que
explica al final de esta entrada:
Me encontré con una Villa, que no pueblo,
con su idiosincrasia y gran personalidad. (Un chaval fue a la mili y el
Coronel le preguntó que de donde era y él respondió “De Portugalete”. Entonces
el Coronel le dijo: Bravo chaval, yo viví durante algún tiempo en Portu y me di
cuenta de que todos vosotros os presentáis siempre como “De Portu”, tenéis una
gran personalidad. Serás mi asistente y estarás contento”).
Con vida social (contraste con Getxo). Amante
de su historia, sus tradiciones y costumbres. Que me acogió amable y
colaboradora. Con un Ayuntamiento (Doroteo) abierto. Con Patrimonio en el que
destaca la Basílica.
La Casa parroquial.
Pero una
familia que funciona necesita contar con una casa acogedora y bien dispuesta.
La Parroquia tenía casa o mejor dicho casas, pero ni eran acogedoras ni estaban
bien dispuestas. Por eso nos metimos en obras y, dando vuelta al calcetín,
arreglamos la Casa Parroquial y la convertimos en el digno y moderno lugar de
encuentro de la gran familia parroquial, donde siempre había alguien y todos
mayores y pequeños teníamos nuestro hueco. Poco después, renovamos también a
fondo la Casa Cural, en la que hoy viven sacerdotes del Sector pastoral de
Portugalete.
Pero
además de las casas teníamos la gran y monumental Casa por excelencia, la Basílica
Parroquial de Santa María, una de las joyas más importantes del Patrimonio Monumental
del País y orgullo de la Villa de Portugalete. Sus piedras renovadas son hoy la
mejor imagen de la vida de la Comunidad Parroquial.
Quien
entre ahora en el templo difícilmente podrá imaginar el estado en el que lo
encontramos cuando hicimos nuestra entrada en la Parroquia. Caían goteras sobre
algunos altares, la maquinaria de una horrenda calefacción industrial daba
bofetadas a la belleza del conjunto apenas vislumbrada entre la oscuridad
general reinante, un Cristo “volador” colgado sobre el altar mayor ocultaba el
Retablo mayor, por cierto plagado de xilófagos, una instalación eléctrica muy
vieja amenazaba peligrosamente con posibles incendios, grandes carteles y
elementos sobrantes afeaban el conjunto, la sacristía estaba desplazada, el gran
órgano totalmente abandonado,... Mi compañero Javier me tomaba el pelo al verme
hacer “safaris” de inspección y limpieza por el Templo movido por mi
sensibilidad por cuidar y atender debidamente el Patrimonio. Cuando tocó
retirar el Cristo “volador”, creímos conveniente que siguiera siendo útil y lo
cedimos para que presidiera la Ermita de San Bartolomé de Leioa recién
restaurada.
Y
pusimos manos a la obra de la restauración, bueno es un hablar, porque en
realidad lo que hicimos fue movernos para que afrontaran las obras quienes
podían y debían hacerlo.
Conseguimos
que la Diputación de Bizkaia arreglara a fondo los tejados, restaurara el gran
Retablo Mayor y los Ventanales, recuperara el monumental Órgano romántico y
restaurara también una Tabla y un Tríptico flamencos muy deteriorados. Todos lo
hicieron con interés y cariño evidentes, pero sobre todo fue Aingeru Zabala
quien más empujó la barca.
A
propósito de Órgano tengo que decir que la iniciativa de su arreglo partió del
feligrés Adolfo Santiago, quien, al poco de nuestra entrada en la Parroquia, se
presentó un día en la sacristía urgiéndonos la restauración del mismo mientras
decía: “Y para que la cosa no quede en buenas intenciones y palabras aquí tiene
Usted este dinero con el que empezar la tarea”, al tiempo que nos entregaba una
buena limosna. Luego vinieron las gestiones con la Diputación y llegaron los
arreglos. Y, ya que he mencionado a Adolfo Santiago, quiero recordar aquí a su
hermano Arturo, sorprendente inventor de artilugios para su industria y artista
y manitas aficionado, sin cuya iniciativa y colaboración jamás hubiéramos
soñado con montar por Navidad el monumental Nacimiento parroquial.
Pero el
centenario y grandioso Órgano hubiera permanecido en silencio si no hubiéramos
contado luego con el buen equipo de organistas artistas, fieles y entendidos,
que formaron y forman los portugalujos Rosa Zubiría, José Mari Guantes y Luis
Mari Trejo.
Pero,
¿cómo hincarle el diente a la restauración total del templo?
Ya he hablado de mis buenas relaciones con
el Ayuntamiento. Yo me llevaba muy bien con el Alcalde sucesor de Pinedo, Gerardo Pradas,
que era socialista, algo así como si fuéramos Don Camilo y Don Pepone. Así es
que le propuse su obligación de devolver todo su esplendor a la Basílica, para
así no romper el espíritu con que el Concejo había cuidado desde siempre de su
Iglesia de Santa María. Obedeciendo el mandato fundacional de la Villa había
levantado poco después del nacimiento de la Villa un pequeño edificio románico
y más tarde el actual Templo. Con el tiempo lo había restaurado tras las
carlistadas con la colaboración de Don Víctor Chavarri y lo había dotado de
reloj y de campanas. Tocaba ahora al actual Ayuntamiento coger el testigo y
salvar el Monumento. “Yo me iré y no me llevaré ni un pedrusco -le decía-, y
aquí quedará para siempre vuestra Iglesia de Santa María de la que tan
orgullosos os sentís los portugalujos todos, “creyentes y no creyentes”.
Convencidos
el Ayuntamiento y su Alcalde, no hizo
mucha falta de convencimiento ya que todo portugalujo digno de este nombre toma
como cosa suya la iglesia de Santa María, “La Parroquia” buscaron
entre la normativa el modo de poner en marcha la restauración total del Templo
y lo hicieron montando una Escuela Taller en la que los chicos y chicas
aprendían oficios de cantero, albañil y carpintero mientras los aplicaban en
las obras. Todo fue muy bien, sobre todo porque tuvimos la suerte de que
llevará la dirección de obras Javier Martín eficaz alma de todo cuanto se hizo.
Javier Martín era el Gerente de Surposa-Sociedad Municipal de Rehabilitación de
Portugalete- y como portugalujo amante de su Villa y gran artista realizó una
obra cuidada con gran mimo. Por cierto que yo fui nombrado Consejero de Surposa
como vecino sensibilizado y para asegurar así una relación fluida entre esta
Sociedad y la Parroquia.
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