Cuando todavía tenemos presente la gran repercusión del pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, traemos aquí uno de los múltiples artículos de
nuestro Archivero Municipal, Roberto Hernández Gallejones, sobre la
historia social de nuestra Villa, que además de ofrecer una pincelada
costumbrista de épocas pasadas con un ejemplo de su lenguaje, nos recuerda
la lacra también existente entonces de las agresiones a la mujer.
Se trata de la agresión a una joven de unos 18 años por
un fraile franciscano y dice así:
En el auto de oficio presentado a las siete de la tarde del
viernes, 13 de octubre de 1741, ante el alcalde de Portugalete, don Pedro de
Gordon y Zuazo, en calidad de juez de primera instancia, y con testimonio del
escribano Matías de Villar, se da cuenta de que María Cruz de Eguileor, criada
de la casa de María de la Quadra, esposa de Ignacio de Bon, “ausentte en
servizio de su Magestad”, se encontraba en cama a causa del maltrato a que
le produjo Fray José Cortés.
Los hechos habían ocurrido esa misma semana, y a
consecuencia de estas desagradables circunstancias la joven no había podido
declarar hasta las cinco horas de la tarde del viernes. Al habérsele “restituido
la abla”, María Cruz manifestó en el domicilio de su ama, en la casa del
matrimonio, ambos vecinos de la Villa habiendo jurado “por Dios Nuestro
Señor, y a una señal de cruz en forma debida de derecho”, que todo había
sucedido el pasado martes. Cuando sonaron las siete horas “de la noche de
haber ido la dicha María de la Quadra, su ama a casa de Pedro de Manzanal, y
Josepha de Bon, su hija, mujer legitima de Antonio Cortes”, a rezar en la
ermita del Cristo de el Portal, se encontraba ella sola (María Cruz de
Eguileor) en dicha morada “componiendo una de las camas de ella”. En el
ínterin apareció allí el padre predicador Fray José Cortés, un franciscano,
quien entró en el aposento con semblante serio y enojado. De repente, y sin
mediar ningún tipo de provocación por parte de la declarante, el recién llegado
le propinó a la muchacha un golpe en un hombro, diciéndola al mismo tiempo las
siguientes palabras: “ven acá, grandísima chula, ¿cómo tienes atrevimiento
de traer en lenguas a mi cuñada? (Josefa de Bon)”. La
chica le dijo «que parecía a traición la iba a maltratar”. José Cortés
le espetó lo siguiente: “a traición que te ahogare aquí”, y echándole las
manos a la garganta la quiso asfixiar. La moza se resistió propinándole dos
bofetadas al fraile, quien la apretó aún con más saña en el cuello haciéndola
caer al suelo, sin poder articular palabra. La declarante no firmó por no saber
hacerlo, asegurando tener 18 años de edad “poco más o menos”.
Aparece después en dicho documento otro papel fechado en la
Villa de Bilbao el 16 de octubre de 1741, y firmado por el corregidor del
Señorío de Vizcaya, Manuel de Navarrete, de “el Consejo de su Magestad, su
oidor en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid”, para resolver el
pleito presentado en grado de apelación ante su superior autoridad por Gaspar
de Aranguren, vecino de los Tres Concejos del Valle de Somorrostro. Este último
señor era el tío de la criada, y pedía una investigación más concienzuda en
torno a dicho hecho, y con una declaración de testigos. Desgraciadamente este
litigio se interrumpe aquí, sin que sepamos qué continuación tuvieron los
trámites judiciales.
En la primera lista de vecinos de 1746 consta en la calle
Santa María Pedro de Manzanal y Larrea, domiciliado en compañía de su hermana
María, viudos ambos. También se localiza allí a Pedro de Gordon, viudo. En la
misma calle se registra a María de la Cuadra “cuyo marido de años a esta
parte se halla sirviendo a su Magestad en su Real Armada”: En la calle del
Medio residía el escribano Matías de Villar.
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