Siguiendo con
las noticias de la epidemia de 1855, sabemos que la corporación, temerosa de que enfermara el médico
y quedara desasistida la Villa, decidió sacar una nueva plaza de cirujano
contratando a Melchor Palacios que atendía al concejo de San Pedro de Abanto.
Pero además de esta y el haber montado un segundo hospital en
la zona de Campo Grande cerca del Santurce de entonces, que se ve en la foto, nos
preguntamos qué otras medidas se tomaron para lo cual recurrimos a Roberto Hernández Gallejones:
Entre las medidas que arbitraron para
paliar los efectos del cólera de ese año de 1855 estaba el encender fogatas por
las calles, realizar distintas fumigaciones de cloruro de calcio, arsénico y
azufre en las calles, bodegas y edificios.
Vigilaban que las frutas vendidas en nuestros mercados fuesen frescas, que no se encontrasen ni demasiado verdes, ni muy maduras, etc.
Vigilaban que las frutas vendidas en nuestros mercados fuesen frescas, que no se encontrasen ni demasiado verdes, ni muy maduras, etc.
Era muy relevante el trabajo del
veterinario, velando por la higiene del matadero público y de la salubridad de
las diferentes carnes consumidas. El asunto de las aguas fecales, de los pozos
negros, la administración de los lavaderos públicos y de las fuentes eran
objeto constante de su preocupación.
También era recomendable el
blanqueo de las viviendas, la ventilación de los hogares y de los edificios
públicos, haciendo especial hincapié en la salubridad de los centros de
enseñanza, evitando el hacinamiento y el contagio de las enfermedades.
Se evitaba la acumulación de
basuras en los hogares o en los viales públicos, supervisando también los
animales domésticos y reglamentando la policía sanitaria mortuoria, con el
blanqueado de las habitaciones donde se habían producido las defunciones, así
como la vigilancia de las ropas portadas por las personas que se habían visto
atacadas por las mismas.
También realizaban inspecciones
obligatorias a los barcos que entraban por la Ría, que representaban una
importante fuente de ingresos.
Como a nuestros amigos les sobra tiempo en su encierro
obligatorio, empezamos a recibir colaboraciones para que no faltemos a nuestra
cita diaria, (cosa que agradecemos) y así José Luis Garaizabal
nos envía la circular siguiente que el Ayuntamiento publicó en otra epidemia
que la Villa sufrió en 1893, en la que el alcalde recuerda la preocupación del
ayuntamiento para evitar la propagación de la epidemia y las precauciones tomadas,
así como la apertura de una suscripción para ayudar a los fondos municipales y
socorrer a las clases menesterosas.
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