Entre las fotos que José Antonio Soto ha descubierto en su investigación en los fondos de la Autoridad Portuaria de Bilbao, ofrecemos hoy la que encabeza estas líneas que nos era desconocida y que acompañada con la inferior, fechada en 1934, que ya disponíamos de los mismos fondos, se las enviamos a José Luis Garaizabal quien nos ofrece su estudio:
Al recibir estas fotografías donde
podemos ver el trabajo de pilotaje y hormigonado del muelle comprendido entre
la plaza y el dique, me ha venido a la memoria la canción que escribió D. Pedro
de Heredia titulada “LA CUENTA DE LOS ESTACADORES” que supongo se inspiraría en
los trabajos de hincado de los pilotes sobre los que se construyeron los
muelles.
Como podemos apreciar en la primera
foto, y con el “control” de los “ingenieros de pretil”, los obreros iban
hormigonando la estructura sobre la que luego se construyó la planchada de la
ampliación del muelle frente a la estación que tanta esperanza de crecimiento y
prosperidad creó en nuestras autoridades municipales, así como en las de la
Cofradía de Mareantes.
A la izquierda, los antiguos
remolcadores con sus chimeneas amarillas y a su popa, dos de la nueva Compañía
Ibaizabal. Al fondo, al menos una docena de barcos fondeados en la dársena de
la Benedicta debido a la crisis. Sobre la superficie ya construida, la antigua grúa
de servicio portuario donde las parejas que cogían sitio, pelaban la pava.
Sobre los pilotes, y ante la atenta
mirada de los capataces, un obrero transporta el hormigón mediante una
carretilla de grandes ruedas, sobre tablones, que había cargado gracias a una
vertedera desde el muelle donde estaría la hormigonera.
A la derecha, la estación y sus
almacenes con fachada de madera y allí al fondo, el cargadero de mineral que
casi tapa los talleres de los trenes y vagones de la compañía minera que
transportaba el mineral desde Galdames.
En la segunda fotografía bajo estas
líneas, podemos ver la “machina” que se encargaba de clavar los pilotes en el
lecho de la ría, junto a la rampa que iba a desaparecer bajo el nuevo muelle. Una nutrida clientela había cambiado su localización
habitual en la “fábrica de tubos” para convertirse en expertos en pilotaje (de
pilotes o pilostres como se han llamado en el argot portugalujo). Seguramente
entre ellos estaría Heredia para inspirarse en este cantar que figura en las
páginas 54 y 55 de su Cancionero Portugalujo.
1.- Y va una, una es una, la rueda de la
fortuna.
2.- Y van dos, arriba por Dios, que ya
estoy ronco y no tengo voz.
3.- Y van tres, puñetero inglés, que
hasta en la cama duerme al revés, la cabeza abajo y arriba los pies.
4.- Y van cuatro, cuatro son cuatro, con
cuatro patitas anda mi gato, dos en la cazuela y dos en el plato.
5.- Y van cinco, cinco son, las llagas
de San Francisco.
6.- Y van seis, media docena van,
chorizos y huevos no vendrán mal.
7.- Y van siete, capurichete, a fuerza
de golpes todo se mete.
8.- Y van ocho, “onde” estás. Chocho,
que te ando buscando desde las ocho.
9.- Y van nueve, nueve son nueve, a
fuerza de golpes todo se mueve.
10.- Y van diez, si señores diez, y ya
estoy sudando vinagre y pez.
11.- Y van once, once son once, todas las
campanas no son de bronce.
12.- Y van doce, la docena van, tras
este golpe a descansar.
Nota.- Cuando se contaba los doce golpes
de la “machina” el capataz les permitía un pequeño descanso para fumar.
Al ritmo de estas cuentas, según
Heredia, se construyeron los muelles de Portugalete y del Abra de Bilbao.
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