El jueves, 17 de diciembre de 2020, conocí en la calle de En Medio de
nuestra Villa a Pedro (no quiso facilitarme su apellido), el cual es un
exponente más de todos aquellos inmigrantes que vinieron a nuestra Villa a
ganarse la vida, y acabaron por convertirse en personajes "populares"
del pueblo.
Su trabajo, afilador, nos retrotrae a esos viejos oficios que los que ya
tenemos cierta edad hemos llegado a conocer, y se puede decir que están en
peligro de extinción, cuando no definitivamente desaparecidos.
Los orígenes de esta persona, de unos 40 años, son, como en la mayoría de
las veces, humilde. Su abuelo nació en Orense, donde durante toda su vida
trabajó como afilador. Este hombre falleció en Tarrasa a los 98 años de un
infarto, y tumbado en la calle, "le robaron hasta los zapatos".
Sus hijos (padres de Pedro) fueron oriundos de Extremadura, y después de
trasladarse a Ciudad Real se dedicaron a la tapicería, y en esa ciudad nació
nuestro protagonista. Buscando trabajo, a finales de 2019, Pedro se trasladó a
nuestra Villa, donde continuó el oficio de su abuelo, afilando cuantos
cuchillos les presentaban los portugalujos. Y en contra de lo que yo suponía,
Pedro afirma que en Portugalete tiene bastante trabajo, "aunque decae
mucho por las tardes".
Vino el coronavirus, y el confinamiento comunitario le ha impedido hasta
ahora trasladarse a Ciudad Real y ver a sus familiares, por lo que se ve
obligado a vivir y dormir en su coche. Mientras tanto, sigue afanosamente
afilando cuchillos y otros utensilios.
Y esta es la pequeña-gran historia de estos personajes populares, casi
anónimos pero encantadores, que nos recuerdan a tantos y tantos inmigrantes que
han encontrado en nuestra Villa un hueco para llevar adelante sus vidas. En mi
humilde opinión, estos hombres y mujeres merecen un hueco en nuestro
reconocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario