Cuando recibimos de Unai Martínez Bilbao las fotocopias de los Libros de Actas y
Cuentas de la Cofradía de San Crispín y San Crispiniano, también recibimos unas
fotocopias de un libro contable “Mayor” y una agenda de 1902, ambos manuscritos
con distinta letra, con más de un centenar de recetas de cocina. Ahora sabemos
que se trataban del recetario de Felipa.
La buena gestión de Josemari Ruiz además de aportarnos la foto de la cocina, nos puso
en contacto con la nieta de Felipa, la santurtziarra aunque portugaluja de
adopción, Anatxu Esturo, que junto a
la biznieta de Felipa, Greta Fernández,
nos han facilitado las fotos y datos para esta pequeña biografía. Greta aún
conserva el recetario original y los libros de la Cofradía, que recogeremos en
la Biblioteca Digital Portugaluja.
En la fotografía superior, podemos ver a
la tripulación del Sporting, siete mujeres y cinco hombres, comandada por
Felipa que es la que se encuentra junto al camarero de la chaqueta blanca.
Entre ambos, su hijo José Eusebio, “el chato” (aitite de nuestra informante
Greta); su marido, Cruz, no aparece en la foto aunque trabajaba como botero
entre el Sporting y tierra; y sosteniendo la cafetera, otra hija de ambos,
Manuela, ama de nuestra otra informante, Anatxu. Del resto poco sabemos, salvo
que uno de los marineros se llamaba Roque y se dedicaba al palangre y al
marisqueo. En el “Libro del Sporting
Club” del Conde de Zubiria se da la relación de empleados en 1903, citando
al contramaestre Jesús Laca, a Melchor, Cruz, Vicente, Liborio, Ambrosio,
Amézola y otros dos, seguramente eventuales. En esta foto, falta el mayordomo,
Gabino Carrasco, que solía subir sudoroso la calle San Roque, vestido con su
frac, dirección a su casa de Abatxolo.
En la cocina destacan al fondo los dos
ojos de buey con dos ventanas bajo la cubierta principal y sobre ellos la gran
viga metálica con multitud de remaches, así como la “chapa” de carbón y su
chimenea metálica que coronaba el toldo de la cubierta superior. Esta cocina, se
instaló en el club tras la primera ampliación de 1909, lo que nos hace suponer
que fuera entonces, más o menos, cuando contratarían a Felipa por recomendación
de Cruz. No eligieron mal. De aquella cocina disfrutaron los socios y
visitantes, entre los que destacaban, como no, el rey Alfonso XIII y la reina
Victoria Eugenia.
Mujer seria y callada, hablaba con
dificultad el castellano, pero dejó en los socios un imborrable recuerdo. José
Mª de Areilza en sus “Recuerdos de Portugalete” (Col. El mareómetro, 1998),
habló de ella así: “Tenía el Sporting
cocina exquisita regida por Felipa,
con repertorio básico de merluza frita, jibiones, sardinas, bacalao y pimientos
rellenos. Un programa bilbaíno regado por caldos riojanos. Dos marineros
sólidos, Cruz y Jesús, cuidaban de
las embarcaciones y del trabajo organizador del regateo. Jesús, era, además,
experto universal, modelista naval, y a ratos perdidos, inventor de ingenios
volantes. El bar tenía un aire cosmopolita e internacional, con el impecable
Gabino y su ayudante, eficaces y discretos, a la manera británica”. También
añadía al referirse al rey: “A veces
renunciaba a los platos rimbombantes del menú para pedir huevos fritos con
chorizo o merluza con salsa de chipirón, que le entusiasmaban”.
A ese recetario básico, iría añadiendo
Felipa el resto de recetas que aprendería de cocineros de postín, por ejemplo,
el cocinero del yate real Giralda que solía fondear junto al Sporting. Según
cuenta la familia, en una ocasión bajó el rey a felicitar a Felipa y recibió,
según una versión, una cafetera de regalo y según otros, una gratificación
monetaria.
A estas pinceladas hay que añadir que el
Club había acordado en 1902, “conceder al
personal, en invierno, un día de vacación, en domingo”. Nos cuentan igualmente,
que la rectitud de Felipa llegaba al punto de pagar, a veces, de su bolsillo lo
que se había encarecido algún producto básico desde la última compra.
Su biznieta, Greta, además del
recetario, conserva una medalla de las Regatas Internacionales de 1902 que
alguien les regaló tras las mismas y que ofrecemos bajo estas líneas.
La Gaceta del Norte de la época nos
señala que “se celebraban ‘maitines’ en
el salón flotante, que en la mejor tradición de la casa, que entonces se
empezaba a crear, serían unas juergas místicas de mucha consideración”. Aquel
club monárquico y elitista de los Arana, Aznar, Careaga, Zubiria, Gandarias,
Galindez, Allende, Chávarri, Ybarra…, cuya sede servía de cuartel general de
las regatas a vela, remo en yola, natación y saltos de trampolín, vio perder su
brillo en 1930, año de la última visita real, cuya puntilla fue la proclamación
de la república al año siguiente, planteándose los socios su disolución o
hundimiento. Al final, acordaron en 1933 trasladar “las viejas tablas” a
Arriluze con los consiguientes cambios estructurales (fondeo, alimentación
eléctrica y teléfono). Un temporal en 1980 lo echó a pique.
Felipa falleció en Santurce a los 61
años de edad, la víspera de Santiago de 1934 y Cruz a los 83 años en 1960.
En la siguiente
entrada nos centraremos en su recetario. José Luis Garaizabal |
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario