Entre la gran cantidad de referencias periodísticas sobre Portugalete en las hemerotecas que nos envía Karla Llanos, encontramos un artículo en LA GACETA DEL NORTE, del 1 de agosto de 1954, firmado por PERICO SMITH, que recoge los recuerdos de un grupo de asiduos a su puesto en “las barras” hace ya casi 70 años, como eran Antonio Mingorance Pozo, Juan Cruz Gallastegui Aldecoa, Manuel Angulo Franco y Martín Fernández Lasheras:
La hora del paseo matutino del grupo de
veteranos de las guerras de Cuba y Filipinas, con residencia en Portugalete,
que es vivero de buenos patriotas, se vio turbada con nuestra presencia cuando
paseaban en el muelle (…)
Durante la conversación les hicimos rememorar
tiempos lejanos en que fueron actores en acciones de guerra en Ultramar y a
medida que iban formulando sus relatos había más brillo en sus ojos y viveza en
las palabras (…)
Quien ponía más fuego en sus relatos de guerra
y aventuras en tierras de Cuba, era don Antonio
Mingorance Pozo, de 78 años, que vio la luz en Motril y no perdió jamás el
acento y la gracia de su tierra.
Fue tripulante del crucero “Conde Benedicto” que sobrevivió a la
batalla naval fuera del morro de La Habana.
Recuerda que mandaba el buque don Esteban
Arriaga, hijo de Bilbao y de primer oficial don Antonio Batalla, de Deusto,
quienes con el resto de la tripulación se portaron como unos valientes en lucha
desigual y difícil, (…) que quedó escrita en los anales de la Historia con la
sangre generosa de nuestros bravos marinos.
Otro de los gloriosos supervivientes repatriado de Cuba, se
llama don Florentino de la Fuente,
tiene 77 años y es hijo de Portugalete. Sirvió en el batallón de cazadores de Cádiz
e intervino en acciones fuertes en San Cruz y Puerto Príncipe y en muchas
escaramuzas, ante un enemigo invisible que hostilizaba emboscado en
cañaverales.
Don Juan Cruz
Gallastegui Aldecoa tiene 80 años, que los lleva muy bien, y es natural de
Mondragon. Sirvió en Infantería de Marina en un regimiento de guarnición en El
Ferrol y está en posesión de la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.
Embarcó un 4 de mayo del 95 a bordo del Ciudad de Cádiz y desembarcó en Gibara (Santiago de Cuba) el 17 del
mismo mes. Distribuyéndose inmediatamente en compañías por los pueblos de
Bocas, Velasco, Auras, Cantimplora, Orquin, etc.
Su compañía era guerrilla montada, que daba cargas con una
valentía y arrojo que infundían pavor en el enemigo, siendo el fuerte de sus
ataques usando el machete.
En una de las memorables cargas en las que intervinieron 60
montados, quedaron fuera de combate para ser pasto de los cuervos, 30 caballos.
Los jinetes fueron recogidos por sus compañeros, que se alzaron, a fuerza de
heroísmo, con la victoria más costosa y difícil de la campaña e hicieron huir a
un enemigo doblemente castigado.
En otra carga que dio en Palmarito, la sección montada de
“Hernan Cortes”, que operaba con la Infantería, produjo la confusión y desorden
en un campamento de insurrectos, del que terminaron por apoderarse.
También intervino en otras muchas acciones, de las que salió
indemne.
Otro de los viejos héroes anónimos es don Manuel Angulo Franco, de 77 años,
natural de San Salvador del Valle. Sirvió en Infantería de Marina que se formó
en Cartagena. Embarcó en el vapor San
Fernando; hicieron escala en Barcelona, donde se embarcó más tropa y luego
se fueron a Filipinas, en una travesía que duró 33 días. A los cuatro de
estancia tuvieron que operar en Taguit, Pateros y el convento de Guadalupe,
durante un mes, para ser trasladados luego a Mindanao, a un pueblo que le
llamaban Iligán, realizando servicios de convoyes, hasta llegar al mas lejano
que estaba situado en Maraguay.
Los acontecimientos discurrían con gran rapidez y el
entonces soldado Manuel Angulo, atravesó una larga odisea de calamidades,
pernoctando en el arsenal de Olonpagó y luego pasó a la isla de Malaque donde
en compañía de otros compañeros fue desarmado en la playa, que estaba ocupada
por fuerzas americanas y entregado a los insurrectos. Estuvo prisionero 18
meses a merced de gentes incontroladas, la mayoría indios en estado primitivo y
como es natural en plena anarquía que no se preocupaban ni mucho ni poco de sus
nuevos huéspedes, por lo que estos decidieron tomar el camino de Villadiego,
que eran unos campos vírgenes con cañaverales y plantas silvestres que les
sirvieron de protección contra las asechanzas de los indios, a los que al fin y
para evitar engorros se les ocurrió la idea de publicar unos bandos a viva voz
por lo que se pedía la exterminación de los huidos.
La providencia quiso colocar a estos en un lugar donde se
hallaba un destacamento americano y en su compañía libraron la piel y fueron
repatriados a España.
En este brillante cuadro de veteranos, era mi deseo que
figurara también don Martín Fernández
Lasheras, un portugalujo que vive en la calle del Medio y fue compañero de
armas de Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro, pero no pude ser porque se hallaba
delicado de salud y no me pareció prudente ir a molestarles. (…)
Antonio Mingorance Pozo ¿tiene algún parentesco con "Mingo, el cohetero"?.
ResponderEliminarTiempos d franquismo y d imperios perdidos.Tiempos d heroísmos,d muertes y d indios salvajes tipo "oeste".Tiempos d levas d jóvenes enviados a matar, y a morir para qe don Manuel Calvo Aguirre,portugalujo qe t cagas,se forrarán .Sus buenos tiempos.Ojo,sin quitar ningún mérito al trabajo d investigación.
ResponderEliminarEl artículo está escrito según la ideología imperante en la época, pero trata sobre acontecimientos muy anteriores en el tiempo, como son las guerras de Cuba y Filipinas. Algunos irían por patriotismo (que de todo hay), y la mayoría, seguro, obligados por el hambre y la necesidad. Hay que contextualizar cada momento de la historia.
ResponderEliminarEl artículo en cualquier caso es muy interesante.
Si mal no recuerdo, Juan Cruz Gallastegui fue también uno de los republicanos más antiguos que había en Portugalete. La prensa de entonces, como la de ahora, es la voz de su amo, que cuenta y calla lo que le conviene. Motivo de más para coger con pinzas este tipo de artículos, que apestan a moho.
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