Afortunados son los pueblos que a pesar de la modernidad, aún conservan
sus viejos oficios. Seguramente antes de que recibiera el título de Villa, ya
había pastores en Portugalete.
Milagrosamente aún nos quedan unos pocos, “desterrados” al extrarradio:
Javier Dávila, quien ha cogido el testigo de su padre y ahora está al cuidado
de una docena de ovejas en Pando, Asier Abarrategui, cuyas vacas y caballos aún
tienen la fortuna de pastar en las amplias campas de Vicíos, y unos pocos más,
todavía mantienen con esfuerzo y voluntad este viejo oficio.
Hoy hablamos de Manuel Alonso Vázquez, quien amablemente nos atiende en
su chabola del paraje de Calega, detrás de La Florida.
Es hijo de Cesáreo Alonso y María Vázquez, quienes nacieron en Antas de
Ulla, provincia de Lugo, donde también nació Manuel en 1947. Allí Manuel ejerció
como ganadero, hasta que empezó a hacer visitas esporádicas a su hermana, quien
ya vivía en Portugalete. Pero en una de esas conoció a una santurzana, con
quien se casó, y pasó a vivir a una de las casas de la Babcock & Wilcox en 1975.
Formó parte de una asociación bilbaína de cría y adiestramiento de
palomas mensajeras, donde ganó algunos premios. Pero las palomas le parecían
poca cosa a nuestro buen Manuel, y aún con el recuerdo de su añorada ganadería
lucense, no tardó en comprarse unos caballos allá por 1978, luego unas yeguas
(llegó a tener media docena entre unos y
otras), y más tarde unas cabras y varias ovejas. Estos animales los guardaba en
un pequeño terreno que le cedieron en Cagigas, hasta que dos
años después, hacia 1980, debido a unas obras de la Diputación en el
lugar, tuvo que trasladarse muy cerca de allí, al alto de
Calega, donde desde entonces conserva una humilde pero bien abastecida cuadra.
Los últimos tiempos no han sido precisamente favorables para Manuel:
después de la pandemia por el coronavirus tuvo que desprenderse de las cabras,
a lo que hay que sumar la alta carestía del forraje, piensos y vacunas, la
falta de una toma de agua para que pueda dar de beber a sus animales más
cómodamente (aprovecha en unos contenedores el agua de lluvia)… todo
lo cual hace difícil continuar con este oficio. Oficio que las nuevas
generaciones no parecen estar dispuestas a continuar.
A pesar de ello, Manuel aún es feliz con su poco más de una docena de
ovejas y un potro que compró en mayo de 2023 en la feria de Miranda de
Ebro, ayudado por su fiel perra Maisa.
Con él y un puñado más de pastores y ganaderos, en unos años diremos
adiós a este noble y viejo oficio.
AITOR GONZÁLEZ GATO.
Pues sería una pena... aún recuerdo lo mucho que disfrutaba yo(e imagino que a todos los niños les sucede lo mismo)al ver estos animales en libertad(y no en el escaparate de una carnicería)
ResponderEliminarBehiak eta ardiak libre bizi dira La Florida eta Vicios artean, bai eta Gorbea familiaren baserri ondoan
ResponderEliminarSerantes inguruan, zaldiak, behiak, ardiak eta ahuntzak, nonnahi
Hubo otras muchas cosas que Manuel me contó, que no pude incluir en el artículo para no alargarlo mucho. Lo más interesante fue la descripción del paraje en los 70, cuando aún existía un viejo sendero que transcurría entre eucaliptos y que comunicaba Portugalete con San Salvador del Valle.
ResponderEliminarTambién llegó a conocer un manantial de agua potable que manaba justo detrás de la actual gasolinera que han construido en Cagigas, manantial que se conservó hasta la construcción de dicha gasolinera.