El piano de manubrio
llegó a la villa en 1895, desapareciendo en la década de los años 30. De su
primera época nos habló Pedro Heredia en su libro de la Colección El
mareómetro, donde recogía la opinión del txistulari Benito Ocariz, de que “la Villa resultaba ya tan grande por su
concurrencia que había sitio para todos y bien valía la pena de meter entre las
mazurcas y galops, las jotas y las porrusaldas, un castizo chotis “bombillero”.
Al comienzo de los
años 30, el Ayuntamiento ante las concesiones que tenía concedidas decidió
denegar las nuevas solicitudes dado que según exponía “no hay superficie para
nuevo puesto o corro de baile sin perjuicio para el tránsito y comodidad del
gran número de personas que acuden a ella”.
El vídeo de aquellos
años de la Filmoteca Española, que últimamente añadimos a nuestros archivos,
nos muestra la marea de gente que llenaba Plaza y muelle y de él hemos extraído
las imágenes de esta entrada a las que hemos superpuesto los citados pianos.
Ya en la república, en
1931, constatamos la presencia de Julián de la Fuente, aprendiz de sastre y
cojo, con su pianillo-manubrio, Julián Tellaeche y Víctor López con dos corros,
uno de acordeones y otro de piano-manubrio y el cuarto era José Lago con su manubrio
detrás de la estatua de Víctor Chávarri.
En el concurso público
que el Ayuntamiento presentó en 1932 se establecía las siguientes condiciones:
Serían cuatro corros
de baile en la Plaza de la República, situados, bajo los arcos “entre las casas
de Sasía y Carranza”, a la espalda de la estatua de Víctor Chávarri, junto al
kiosko de la música frente al hotel, y el cuarto entre la estatua y la
escalinata de bajada a la estación. (La iluminación, o estar a cubierto de las
inclemencias del tiempo influían en su valoración).
La concesión era por
un determinado tiempo, con la obligación de amenizar los bailes de la plaza
todos los domingos, jueves de verano y demás días festivos en que hubiese
música el horario de la Banda, salvo el día del Carmen en que solo actuaba un
corro, por sorteo sino había voluntarios y se presentaban ciegos e impedidos,
valorándose la vecindad en el pueblo.
La adjudicación del concurso correspondió en los cuatro puestos a Julián Tellaeche y Víctor López por 2.500 ptas. anuales.
Vídeo Portugalete años 30. (Pinchar)
Publicado el 29 de febrero de 2016
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