Va a hacer ya un año que
vio la luz el Diccionario Biográfico Portugalujo, con unos cuantos centenares
de personajes portugalujos, que sirven para conocer perfectamente la historia
de nuestra Villa a través de la vida de su gente.
Todavía existen ejemplares
en el Centro Cultural Santa Clara pero nosotros no perdemos la ocasión para
añadir a un futuro apéndice, mas personajes que encontremos.
En este caso nos lo ofrece
nuestro amigo Aurelio Gutiérrez, en su blog LA VIDA PASA, al escribir la historia
apasionada de su madre.
Todas las personas que
hemos ido recogiendo son importantes, aunque llevaran una vida corriente en su
época, como es el caso de Vicenta “la navarrilla” que nos recuerda a tantas
otras mujeres de su época, (una familia con 11 hijos) represaliadas por el
régimen, viviendo de “pupilas”, arenando escaleras, trabajando en el lavadero,
en el matadero o como colchonera en las campas, …
Recomendamos pinchar en
dicho blog para leer el artículo completo pues el formato de nuestro
diccionario obliga a reducirlo inexorablemente a una página:
Nació en Mora (Toledo)
donde en 1941 fue expulsada del pueblo tras ser fusilado su marido por los
franquistas, llegando aquí en 1945 con sus tres hijas, que serían ingresadas en
las Esclavas del Amor Misericordioso de Sestao.
Se alojó como pupila con derecho
a cocina en la casa de “El Negus” en la calle del
Medio, realizando trabajos en las casas. En 1948, al casarse con Patricio
Gutiérrez, pasaron a vivir a Abatxolo, ella con tres hijas, y él tres hijos,
que con los otros cinco que tuvieron, formaron una conocida familia de once
hijos, y siendo conocida como Vicenta “La Navarrilla” con el apodo de su suegra
María Soledad, que a su vez trasmitió a su descendencia.
Patricio
trabajó como marinero en el Sporting y en AHV y con la pesca como ayuda a la
economía familiar, mientras ella incansable trabajadora se doctoró arenando
escaleras, o en diversas actividades laborales. Así en el mismo portal donde
compartía vivienda con el “Negus” estaba la confitería de Barriocanal, donde se
dedicó a tareas de limpieza, igual que en otros portales, o en la pastelería de
Mendizábal o en la sastrería de Lafuente donde trabajarían sus hijas de
costureras, y donde con retales guardados en la faldiquera haría apaños en la
ropa familiar.
Trabajó en el
matadero municipal limpiando vísceras, en la carnicería de Lucita en el Ojillo,
picando cebolla, en el lavadero lavando ropa o como colchonera en las campas
del lavadero.
De la pesca de
su marido, las mejores piezas, sobre todo jibiones, eran destinadas a
equilibrar la balanza del fiado de las tiendas de comestibles donde la compra
se liquidaba el día de paga.
Practicó el
estraperlo viajando en el tren de la Robla con el excedente de pesca que su
marido traía a casa volviendo desde Valmaseda con algo a cambio, engañando a
los del fielato.
Hasta que
alcanzó la edad de 65 años, unos quince años, trabajó en el bar Paco, aunque
ninguna de estas actividades, en las que no estaba dada de alta, le dejó
pensión alguna.
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