lunes, 18 de septiembre de 2023

RECUERDOS DESDE MADRID: JAVIER SADABA

 


Javier Sádaba, fiel seguidor de este blog, nos envía estas líneas, de las que confiesa que no sabe porqué se le han ocurrido, pero que no cabe duda que tras tantos años viviendo lejos de la Villa no dejan de representar para nosotros un importante desahogo sentimental. 

Nací en Portugalete y he vivido hasta la adolescencia en ese pueblo. A la altura de mis años quiero volver la vista atrás y exponer con toda espontaneidad lo que siento. Allí se ha cocido lo que soy y el Ojillo es como mi cuna. Contemplo el pueblo como un lugar ideal. Es probable que lo mitifique pero la realidad esta ahí. Es una Villa bellísima y con un Puente Colgante único.

La amistad corre al ritmo de los cantos populares y de fiestas que siempre han sido envidia de todos. La de la Virgen de la Guía es modélica. Es un pueblo culto con revistas, conferencias y espectáculos que le dan un tono espectacular. El chiquiteo o los txokos son como las entrañables capillas o ermitas de otros tiempos.

La Basílica y el Campo de la Iglesia nos acogieron a pesar del dominio del Prelado de su Santidad Don Ángel Chopitea. Y algunos de sus curas súbditos nos metieron a sangre y fuego una doctrina que, por cierto, amenazaba con fuego eterno. Pero no les guardo rencor y les recuerdo con ternura.

Si tuviera que señalar lugares en donde nos veíamos con familiaridad comenzaría por el Metro y no sabría por donde acabar. Sus personajes típicos, inmortalizados por Cesar Saavedra, son la sal de los portugalujos, más y mejor conocidos como jarrilleros.

Me gustaría recorrer nuestras calles, cantar en el Hotel, oír tocar a la banda, vestir el pañuelo de San Roque, gozar con los Barbis, ir a la Tejabana o a Las Canteras a jugar al futbol y tantas cosas más.

Mis grandes amigos con sabor de eternidad están o han estado ahí. Soy del infable Ojillo pero mis alas se extienden del Muelle Viejo al Muelle Nuevo aprisionando las tres cuestas que forman el esqueleto de pueblo.

Por supuesto que no me olvido de las penurias ni de los destrozos que han quedado en el alma y en el cuerpo después de lo que, falsamente, se llamaba Cruzada.

Desde Madrid pongo estas letras escritas con el corazón. No dudo que pueden y deben ser completadas con la cabeza. Otros lo harán y darán vida a la vida misma.

 

 

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