Hoy, una inmensa cantidad de gente sale o se prepara para acudir a La Cartuja de Sevilla a animar al Athletic y entre ellos RAMON BARRASA, un amigo jarrillero como nos lo cuenta Joseba Fonseca en la edición de ayer de DEIA.
"EL DNI no sirve más que para enseñar a la
Guardia Civil o igual en La Cartuja", señala con
humor Ramón Barrasa, un portugalujo que
este sábado estará en el estadio sevillano con la esperanza de vivir in situ la conquista de la Copa por parte de su querido Athletic. Será uno más de los miles de seguidores que se
desplazarán a la capital andaluza para asistir a la final, aunque muy pocos o
quizás ninguno le superará en veteranía. Porque el próximo 16 de
agosto, “el día de San Roque”, como recuerda haciendo gala de su condición de
jarrillero, Ramón cumplirá 90 primaveras. “Tenemos buena correa, así que a disfrutar”, dice, restando
importancia a la cifra.
Buena parte de esos 90 años los lleva Ramón siguiendo
al Athletic allá donde tenga que jugar.
Antes, vivió el fútbol desde dentro, militando en equipos como el
Portugalete, el Santurtzi o el Amorebieta, donde vivió sus mejores
momentos como defensa central. “Desde que dejé de jugar, me
dediqué a viajar con el Athletic”, apunta. En liga nunca olvidará el célebre partido del Camp Nou en el que
Maradona cayó gravemente lesionado a causa de una entrada de Andoni Goikoetxea.
“Salimos vivos de milagro”, rememora. En competición europea, su
última salida fue la de los cuartos de final de la Europa League en la 2011-12,
en el partido de ida contra el Schalke 04 en el que los leones de
Bielsa se impusieron por 2-4. “Yo entonces dije que era el último
viaje con el Athletic. Pero aquí no hay última vez”, confiesa Ramón, socio
rojiblanco desde hace más de 50 años.
Fede Novales, uno de los amigos con los que hizo aquel
viaje a Alemania, le ha convencido ahora para volver a la carretera. “Con el Athletic he recorrido mucho mundo, pero en Sevilla nunca
había estado”, comenta. No había asistido en directo a
una final de Copa desde la de 1985, “la del penalti fantasma de Urtubi”,
recuerda aún encendido por aquella mano señalada que no fue tal. Antes
había gozado con las victorias cosechadas en la de 1973 frente al Castellón o
en la que dio en 1984 al Athletic el que, hasta la fecha, es su último título
en el torneo del K.O., con aquel inolvidable gol de
Endika: “Aquella fue la repera. Y eso que la cosa no empezó bien,
porque uno de los amigos que nos acompañaba se dio cuenta justo al entrar en el
Bernabéu de que le habían robado la cartera. Lo peor fue lo de la
tangana final, pero la Copa, para casa”.
Cuarenta años después, las cosas han cambiado: “Antes, las finales eran todas en Madrid e ibas y volvías en
autobús directamente. Ahora, para ir a Sevilla, iremos en coche hasta Zaragoza,
después cogemos en AVE y allí tenemos una casa alquilada”. A ello hay
que sumar los elevados precios de las entradas. “Si antes decían que se vendían
los colchones para ir a la final, ahora hay que vender medio piso”, añade con
guasa Ramón. Al menos, espera “disfrutar, meter goles
y volver a casa con algo más de peso, con una Copa en el equipaje”.
Pese a que admite que tiene “un poco de miedo de que
al tener varios jugadores tan jóvenes se vean atrapados por los nervios” y
aun consciente de que “en un partido puede pasar de todo y el fútbol muchas
veces es ingrato”, este veterano athleticzale asegura tener “buenas sensaciones” de cara a la cita con el Mallorca. “Nunca
he tirado las campanas al vuelo, siempre he dicho que no se puede comer la
ternera antes de matarla. Pero este año el equipo funciona, está muy fuerte. A
diferencia de la pasada temporada, ahora bola que cogemos, bola que metemos
dentro. Hacemos mucho daño”, apostilla. Con todo, a su juicio, la diferencia
principal se ubica “en la sala de máquinas”, donde destaca a Iñigo Ruiz de Galarreta:
“Es un crack, es lo que nos faltaba. Ve
el fútbol de tal manera que abre caminos por todos los lados. El año pasado,
había que mirar con catalejos a la delantera. Este los surte de balones a la
perfección”.
Por ello, Ramón está confiado en que sus nietas, que
llevan como él el sentimiento rojiblanco en el ADN y alguna de las cuales tenía
la intención de ir también a Sevilla, puedan vibrar con el paseo de la gabarra
sobre las aguas de la ría. “Tengo el cuerpo muy tranquilo”, concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario