Cuentan nuestros mayores y otros
que no lo son tanto, aunque he recogido distintas versiones, que durante las
fiestas de San Roque de un año que podría ser 1949, se celebraron en el nuevo Campo
de San Roque una serie de festejos taurinos tal y como se puede ver en el
Programa de Fiestas de ese año que encabeza estas líneas.
Se habían dispuesto unos vallados
a lo largo de ambas porterías. En la más cercana a las escaleras que bajan de
Zubeldia al Ojillo se instalaron los toriles y en la otra portería se colocó
otro vallado para delimitar el “ruedo” rectangular y el respetable se acomodó
en las gradas o donde pudo.
Soltaron una vaquilla que debía
ser la Usain Bolt del momento, ya que nada más verse libre, arremetió con
ímpetu contra los osados mozos. Estos al ver al morlaco, se apresuraron a
subirse a la valla y Heliodoro Palacios y compañía, que eran los encargados de
embolar las reses y preparar el vallado, no debían haberse diplomado en el arte
de vallados tan largos, pues con el peso e ímpetu de los mozos se vino abajo y
la vaquilla que vió hueco, se lanzó en un ágil salto pasando por encima de los
sorprendidos mozos. Entre ellos, Miguel Ángel Gutiérrez Olalde, que es quien
nos ha narrado la primera parte de la fuga.
La vaquilla no se lo pensó y
saltó por la puerta que daba al Ojillo, dándose un golpe tremendo. Pero la
libertad le animó a seguir adelante y allí se encontró con la cuadrilla de
Estancona que venían de chufla con un violón y la vaquilla les embistió
saliendo el instrumento volando.
La fuga, fue seguida por la
chavalería y gente mayor hasta las inmediaciones del Parque del Dr. Areilza por
donde venía tan campante un vendedor de “cascagüeses” desde Santurtzi. La
vaquilla que le vio, se dijo: “A este me lo meriendo”. Le mochó y el hombre
salió por piernas contemplando como la cesta de su negocio se iba de vuelta a
su pueblo, ya que la vaquilla la había ensartado con el cuerno y allá corrieron
unidos hasta llegar al puerto, seguidos por muchos curiosos portugalujos.
Nos podemos imaginar el revuelo
que se montaría entre los sorprendidos santurtziarras y como no había manera de
pararla, un carabinero la tuvo que matar con su carabina. R.I.P.
Al de un par de años del suceso,
1951, murió el portero del Portu, Gerardo Sánchez del Campo, por tétanos y el
populacho lo achacó a alguna herida que se habría hecho en sus estiradas en el
Campo San Roque, donde habrían cagado nuestra fugitiva y sus compañeras.
JOSE LUIS GARAIZABAL FLAÑO
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