martes, 4 de enero de 2022

UNA TRADICIÓN DE LOS COFRADES MAREANTES PORTUGALUJOS: LOS REGALOS NAVIDEÑOS

  


Mikel Otxoa nos remite el articulo del CORREO del 2 de enero de hace ahora 60 años, bajo el título de LA NAVIDAD DE LOS ANTIGUOS MAREANTES DE PORTUGALETE. Un Claro antecedente de la Navidad del Humilde.

Una parte de él se refiere a los donativos y regalos de Navidad, una inveterada costumbre en nuestros mareantes, sobre lo que el periodista indagó: 

Los escritos consultados revelan que pudo derivarse de aquella leyenda “piadosa” vigente aun en varios países, donde se pinta a San Nicolás de Myra –llamado comúnmente de Bari, por haberse trasladado allí sus cenizas- como proveedor de obsequios y juguetes a los niños durante las navidades. Eso explica la esplendidez con que en los primeros tiempos se agasajaba a la grey infantil. Más tarde por solicitud del Ayuntamiento, en cuya casa Consistorial tenía –y tiene- su sede la Hermandad, cambió de forma en lo que hace al reparto de las dádivas, siguiendo las normas dictadas por la Alcaldía en esta forma:

“Acostumbrando todos los años poner a disposición del alcalde en celebridad del nacimiento del Hijo de Dios 90 reales, para que se distribuyan entre los pobres, se decreta por el Señor Corregidor que se destine a la Junta de Caridad; pero recelosa ésta de que decaigan las limosnas, ha recurrido al Ayuntamiento a la protección de la Villa y de su Hermandad de Mareantes, pidiendo a una y otra contribuyan a la subsistencia de este Santo Establecimiento”.

Y lo hicieron con tal largueza, que desde entonces, como recompensa y con este laudable fin, conocido hoy como la NAVIDAD DEL HUMILDE, se autorizó a la benemérita y secular Cofradía para cobrar un real más en cada lemanaje de los que ganaban los hermanos cofrades. Huelga decir que este comportamiento de generosidad lo ejercían en alto grado con los tripulantes de lanchas y embarcaciones locales, llegando a repartirse por aquellos años cantidades a mil reales, con las que llevaron la alegría durante muchas fiestas navideñas a los hogares más necesitados de la Villa.

Una conducta desconocida y digna de aplauso dentro de la secular historia de la COFRADIA jarrillera.

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