Continuando con los números impares de esta calle, José Luis
Garaizabal nos dice que en 1875, para facilitar el paso del primer
tranvía Bilbao-Santurtzi, hubo que nivelar la carretera general que iba a
Somorrostro, por lo que las edificaciones existentes tras las casas nº 3 y 9
quedaron a un nivel más bajo formándose entonces un callejón en cuesta en forma
de L donde tuvo su domicilio en el nº 5 la propietaria Gregoria de Aguirre, que
podemos ver en el ángulo superior derecho de la primera fotografía, tomada de
sus últimos momentos durante el derribo efectuado en 1982.
De ese nº 5 existe un proyecto de reforma de su parte izquierda, del Maestro de
Obras Juan de Sarasola de 1881
En ese mismo callejón, hubo un pabellón con el número 7 en el que comenzó su andadura industrial Andrés Pradas (PF 1927) antes de desplazarse al gran taller que abarcaba desde las actuales calles Correos hasta Gipuzkoa. Al fondo del callejón, también hubo una carbonería cuyo dueño no hemos podido localizar.
Pasando al nº 9, en un acta
municipal de 1871 se propone “que se adquiera el terreno suficiente en el camino real de esta villa a Somorrostro
empezando en la esquina extrema de la huerta de la señora viuda de Zavalla … para
construir casas con … tres aposentos, una salita, cocina y asiento excusado ...
cediendo los terrenos por su costo, siendo de cuenta del Ayuntamiento la
construcción de las cañerías para las aguas sucias que podrán injertarse en las atarazanas conduciéndolas por
el extremo camino de uso particular que desemboca en el camino real…
Este
proyecto parece que no se llevó a cabo y en el plano de 1892 (C93-40) aparece
como propiedad de los herederos de Carlota Ariño y estaba numerada como nº 9.
En sus bajos del citado callejón,
Dolores Milo instaló su juego de bolos en 1893. Años después, estuvo
el bar El Resbalón de Antonio
Chamorro, “el chato”, que
había sucedido al almacén de vinos de Eulogio
Crespo (1933) y a la carbonería citada. Este recordado bar anunciaba
sus “Meriendas económicas – Especialidad en bacalao a la vizcaína”.
Volviendo al nivel de la calle General Castaños, donde ahora está el Bar Amaia, estuvo el bar-café “La Cadena” y la tienda de Heliodoro Mendizabal y Jesusa Uriarte, que fundara el padre del primero y que a la muerte de aquel encontramos anunciada como Ultramarinos finos de la Vda. e hijos de Mendizabal (PF 1928).
Tras la guerra en la tienda de Jesusa estaba también su hija Mª Carmen que se casaría con Ángel Alday, que tuvo su primera consulta en el piso superior de la familia.
En el portal existió una casetilla donde vendían tabaco y tebeos de “El guerrero del antifaz”, de “Roberto Alcázar y Pedrín”, etc.
En las fotografías, destacan los
carteles de Santi Pintor con una colorida paleta y el del Bar El Resbalón.
Donde hoy está la Auto Eskola Rekord, se encontraba la hojalatería de Romualdo
Trasviña que a su muerte fue regentada como Viuda e hijos de Trasviña (1938).
Allí nació la Banda de Cartón El Resbalón construyendo los instrumentos los hojalateros Ángel León y Avelio Álvarez. En el taller trabajó también, su último director, “Castorín”. También estuvo la mercería de Sabina Lapuerta, la Droguería de Laurita y la Sastrería de Gumer Santamaría, uno de los portugalujos más longevos, ya que ha fallecido, en 2022, a los 109 años. En esa casa también encontramos la sastrería de Máximo Hernández “Magritas” y en 1938 la Sastrería de Teresa Albizu.
Le seguía, un pequeño local entre las
dos casas, con la tienda de Fernando el relojero y su cartel de relojes CERTINA,
local que luego ocupó temporalmente Juanita Ayuda, “la gorda” antes de
bajar al kiosco de la Ranchería.
Bajo ese callejón discurrían las aguas
de la fuente del Medio en Coscojales y las aguas sucias. En la boca del
callejón existió una fuente pública según muestran planos entre 1890 y 1903.
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