lunes, 24 de abril de 2023

EL CALLEJON DEL MUERTO Y EL ORIGEN DE SU NOMBRE

 



Recientemente en una entrada sobre si nuestros vecinos de Santurtzi nos robaron la imagen de San Jorge, refiriéndose a la puerta existente en las antiguas murallas que daba a la calle de la Barrera, frente al monasterio de Santa Clara, Aitor González Gato nos apuntaba que existía todavía en 1757, citándola como Puerta de San Jorge.

De ella partía el camino que nos unía con Santurtzi y que cuando se construyó por la zona alta desde la carretera provincial que iba a Somorrostro, la nueva carretera atravesando Abaro, una parte del antiguo camino se quedó encajonado entre los muros de las fincas de la burguesía, como era en su comienzo la de Tomás de Epalza y el convento de las monjas, conociéndose entonces como “callejón del muerto”, que muchos lo recuerdan y sobre cuyo origen existen peregrinas interpretaciones. Romualdo Arce (1920-2006) en una de sus poesías que le dedicó nos dice que era conocido también en su época de niñez como callejón de los frailes o de las monjas.

Hoy es Javier García-Borreguero y Ondiz, quien nos apunta una versión del origen de tal nombre al leer un artículo de Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales, en su blog LA VIDA PASA, sobre Claudio Quintín de la Tova Manzanal.

Este portugalujo nacido en 1791 y bautizado en la parroquia de Santa María el 31 de octubre, vivía en el Barrio Nuevo de La Chicharra que tenía entonces casi 70 habitantes, y que dado su proximidad a la iglesia de San Jorge, aunque en lo civil su jurisdicción pertenecía a la Villa, en lo espiritual eran feligreses de dicha parroquia, allí fue donde le administraron los Santos Sacramentos al morir en 1843.

Su deseo, reflejado en testamento, era ser enterrado en la iglesia de Santa María donde había sido bautizado, que desde principios de siglo disponía de Campo Santo trasero en el término de Las Canteras.

Siguiendo la costumbre, la conducción del cadáver acompañado del cabildo santurtziarra hasta la entrada de la Villa, se hacía por el citado camino y en la Cruz de Santa Clara, divisoria de las dos jurisdicciones según consta escriturado en el archivo de la iglesia del nominado Santurce, se hizo entrega del muerto al Cabildo portugalujo.

Igualmente este les mandó 25 ducados por la cuarta funeral, según costumbre de la matriz y aneja de San Salvador del Valle en toda persona mayor.

Parece pues que en ese barrio, hasta 1866 fecha de su desanexión de la Villa, el que moría era llevado a enterrar por dicho camino a nuestra iglesia parroquial o a su Campo Santo posterior, lo que originaría la denominación del camino del muerto, o a su tramo final al llegar a la entrada de la Villa, callejón del muerto.

Pedro Heredia en el libro de la Colección El Mareómetro, La música y otros aspectos costumbristas de la Villa Jarrillera, nos habla de este camino de los muertos, pero hablando de los entierros de los barrios, también santurtziarras, de Rivas y Repelega, que para ser enterrados en la iglesia de San Jorge, pasaban por el alto de San Roque, bajaban al Cristo y tras pasar por la calle del Medio salían por el cantón de Santa Clara y frente al convento cantaban el tercer responso.

Heredia nos lo confirma con dos pleitos sobre el tema entre los cabildos de ambas parroquias en 1664 y 1672 y finaliza sugiriendo que mejor que Callejón del muerto hubiera sido Callejón de los muertos.

 

 

 

 

 

 


 

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