José
Luis Garaizabal,
que tiene distintos frentes de investigación abiertos, como son la torre de
Castell, la parte amurallada de la zona de Atarazanas, los fuertes militares de
la Villa, etc. ha puesto a nuestra disposición lo que ha descubierto hasta
ahora sobre este último tema referente al de San Roque.
Todas estas investigaciones sobre aspectos
de nuestra historia totalmente desconocidos hasta ahora, pasaran a formar parte
del próximo libro de la Colección El Mareómetro, Crónica de la historia de Portugalete del siglo XIX, y el darlas a
conocer, aunque todavía no sea con conclusiones definitivas, puede ayudar a que
se reciban aportaciones de otros investigadores que hayan trabajado también
estos temas.
Empieza hoy con sus conclusiones
provisionales sobre la existencia del fuerte de San Roque en los 30 del siglo
XIX, para continuar en sucesivas entradas con el fuerte que se construyó en
1875 y que llegó hasta el siglo XX:
Las construcciones militares en el cerro
de San Roque datan del siglo XIX. Hasta entonces, un encinar coronaba la loma,
arropando a la ermita de San Roque, que suponemos fuese la citada ya en 1609. Según
las crónicas de Ignacio Izaga (PF 1952), las tropas napoleónicas (1808-1814) prendieron
fuego al encinar de San Roque que quedó reducido a pavesas, salvándose
milagrosamente la vetusta ermita.
Como ya vimos al presentar el plano realizado
por Cuerpo Nacional de Ingenieros - 1ª Compañía de Minadores de fecha 30 de
Abril de 1838, que nos facilitó por una parte el Museo de las Encartaciones y por otra Mikel Martínez Vítores, proveniente
de los fondos del Ejército, tras el primer sitio de la villa durante la I
Guerra Carlista, las fuerzas isabelinas se lanzaron a fortificar la Ría y en
especial los altos que rodeaban Portugalete, quedando como testimonio el plano
titulado “Plano de Portugalete, su fortificación y el terreno comprendido en un radio de 2.000 varas levantado con el sestante” (sic). Existe otro casi idéntico de Julián de
Vera de fecha 6-8-1838, titulado “Plano
de Portugalete, fortificaciones y alrededores” en el que aparecen ambas
construcciones en la misma posición. Itziar Rubio en su libro Cartografía antigua de las Encartaciones
nos dice que: “Aunque Vera siguió el
modelo marcado por Vicente Tofiño en 1789, las necesidades militares del
momento le llevaron a recoger una mayor porción de tierra, dando especial
importancia al relieve y a las vías de comunicación”.
En ambos planos podemos apreciar cuatro
fortificaciones: nº 16 “Fuerte llamado el nuevo”, nº 15 “Fuerte la Estrella”,
nº 14 “Fuerte llamado de Campanzar” y nº 13, la “casa fuerte de los Hoyos”.
El fuerte “La Estrella” fue el antecedente
del fuerte que luego hemos conocido como San Roque, que como veremos fue
construido en 1875. Su posición entre el camino al Ojillo, el camino a
Repélega, el camino desde Cuatro Estradas (actual cementerio) a Sestao y para
cerrar el polígono, el camino viejo a Sestao desde la ermita del Cristo, no
deja lugar a dudas.
Esto podría aclarar el porqué del nombre
del frontón La Estrella, que Narciso Zabarte construyera en 1886, basándose en
la pasada existencia del “Fuerte la Estrella”. No deja de ser curioso y
desconcertante, que en un plano de 1858 bajo la leyenda “Croquis de la entrada del Abra y Puerto de Bilbao” publicado en la
Revista de Obras Públicas nº 21, aparezcan dos cerros diferentes y nombrados:
“Cerro San Roque” y “Cerro La Estrella”. ¿Eran realmente dos cerros diferentes?
Como teoría y dada su posición, el nº
16, llamado “el nuevo”, podría haber sido una fortificación alrededor de los
restos del antiguo molino que debió existir en la zona hoy ocupada por la calle
Barrengoitia o en los terrenos que hoy ocupan las casas de la Babcock & Wilcox
en Abatxolo o Abatxalo como también se ha conocido y muchos lugareños siguen
usando.
De la existencia de este molino tenemos
noticias por el plano militar del sitio de Portugalete sufrido durante la
segunda guerra civil (1873-74) en el que se señala un paraje como “cortadura
del molino” y también por la nota facilitada por Alexander Pérez, que dejó escrita Sotera de la Mier en 1900
diciendo: “También es mi voluntad que las
heredades de molino de viento y frente desde el frontón queden para siembra de
pastos para el ganado de colegio de Ntra. Sra. del Carmen”.
Todas las fortificaciones fueron
demolidas por orden del general Alcalá en noviembre de 1841, quedando en pie
uno en Portugalete que sería el de Campanzar, ya que según nos cuenta Goio
Bañales en su obra “In insula maris
1041-1887”, en Marzo de 1844 se comunicó al Director Subinspector de
Ingenieros del distrito, la resolución relativa a “la demolición del fuerte de Campanzar sobre Portugalete”. (AHMP
Decretos y Actas L6-2).
De la reseña se deduce que era una construcción reciente (1833,
según Areilza), que había afectado a los
dueños de los terrenos, y que ya no había ninguna necesidad de mantenerlo.
En Octubre del año anterior, el Ayuntamiento de Portugalete había solicitado la
demolición “por sí y a su costa”. “Se aprovecharían los materiales para
resarcir los perjuicios experimentados por los propietarios afectados y la
artillería y demás efectos de guerra se enviarían al parque de San Sebastián”.
Otras observaciones hacían referencia a “que todo el terreno quedase nivelado con el
de los alrededores, verificando lo mismo que se hizo en otro tiempo (1844) con el de LA ESTRELLA, a fin de que en ninguna ocasión pueda servir de
baluarte a los enemigos del Gobierno”.
El plano de Hidrographical Office del
Almirantazgo Británico fechado en 1836, (bajo estas líneas) muestra sobre el
cerro una fortificación discontinua de forma circular, alrededor de un elemento
central, que se parece mucho más al llamado “estrella”, que al “nuevo” con
forma de ojo de cerradura. La mala calidad del plano disponible no permite
apreciar bien los detalles ni el nombre del fuerte (¿Fte. de S. Roque o Fte. de
la estrella?). No se nombra el de Campanzar, aunque se adivina su perímetro muy
similar al que llegó a nuestros días.
Como hemos dicho al inicio, los actos
bélicos originaron la desaparición de la ermita. Tal vez la reedificaran en
otro lugar, ya que Ignacio de Izaga nos habló en el Programa de Fiestas de 1950
como “había solo dos tabernas en la
villa, una de ellas perteneciente a la Casa de la Villa que estaba adosada a la
ermita de San Roque, colindante con la Poza de Abacholo”. (Parece que habla
de mil setecientos y pico, y de esa época hay pruebas de que la ermita estaba
en el cerro de San Roque y no tan lejos).
Este posible
traslado, del que no hemos encontrado documentación, pudiera quedar
probado si nos basamos en un plano de 1849, (recogemos también un detalle bajo
estas líneas) con el sello de la Biblioteca de la Dirección General del
Instituto Geográfico y Estadístico. En él se muestra: el “Fuerte de San Roque”
en un cerro vacío; cerca aparece otro cerro con la leyenda “Ermita de San
Roque” y una construcción en forma de “L”; y entre ellos aparece un “Fuerte”,
que no podía ser otro que el que llamaban en 1838, “el nuevo”.
¡Vamos, un lío y un nuevo tema a
investigar!
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