En las dos anteriores entradas sobre este tema vimos
cómo se construyó el segundo fuerte en 1875. Nueve años después ya se había
quedado obsoleto, pues Francisco Berriozabal realizó un proyecto de
construcción de un nuevo barracón para albergue de soldados en el fuerte de San
Roque, así como el arreglo del “viejo” fuerte (AHMP C95-21).
Los alojamientos de militares en 1876 ya
habían generado otros gastos debidos a la rehabilitación de las casas nº 9 y 11
de la Plazuela del Cristo, para alojar a 300 hombres. D. José de Legarreta
había ganado la subasta con una oferta de 13.000 ptas.
El edificio de dos plantas mediría 34 x
11 metros. A simple vista, llama la atención que el escudo de la Villa con sus
dos leones se proyectaba en lo alto de la fachada principal.
El Ejército puso al Ayuntamiento entre
la espada y la pared para que asumiese
las obras, “ya que debido a la
reconcentración de las fuerzas de que se componía el Ejército del Norte en
distintos puntos, se había fijado en Portugalete para alojar a dos batallones
de infantería. Dado que la Villa no contaba con alojamientos para tantas
fuerzas, la situación aconsejaba que debían ponerse los medios conducentes para
su pronta realización y que en caso de que no se accediese a los deseos del
Excmo. Sr. Comandante en Jefe, no se enviarían a esta Villa tropas de ninguna
clase, manifestando que habían cursado visita a San Roque y Campanzar y el
primero se podía habilitar para dos compañías, construyendo un barracón en la
parte de fuera del fuerte para depositar los materiales de artillería que
existían en el fuerte y las otras podrían colocarse en Campanzar, pero la Villa
tendía que hacer algunos gastos para ponerlos en estado habitable; que de esta
manera se podría alojar un batallón y el otro acuartelado en el edificio que
para este objeto está destinado”.
Se reunió el Ayuntamiento y el Sr.
Alcalde, D. Vicente Durañona, proclamó en un discurso que “era
muy conveniente que en esta Villa exista fuerza del Ejército, tanto para la
seguridad personal del vecindario como por las utilidades que a ese mismo
vecindario reportaría”. “Que aunque era mucha la fuerza que se destinaba a la
Villa, la alternativa de quedar desguarnecida, recomendaba hacer un sacrificio
y complacer a la autoridad militar”. “Habría que tener en cuenta la ganancia
que reportaría al comercio”.
D. Fernando Carrranza, uno de los
mayores pudientes, “estuvo de acuerdo, en
construir el barracón y además otro suficiente para 200 hombres o más en la
Plazuela que existe detrás del Cuartel, dejando libre el fuerte de Campanzar
para las eventualidades que puedan surgir, como son las epidemias”.
“Que
construyéndose el barracón con mayor solidez podría servir como provisional
indefinido, sirviendo al mismo como depósito de materiales, pues todos se
podrían emplear en el cuartel que se debe construir entre la casa de D. León de
Azpeitia y D. Gregorio Vitorica en el Camino Real que se dirige desde esta
Villa a Santurce”.
Se aprobó por unanimidad, pero el Sr.
Alcalde informó que dado que Portugalete tenía muchas obras proyectadas y que
no puede prescindir de llevarlas a cabo y además que la deuda que absorbe
muchos de los ingresos, no podía por si solo sufragar todos los gastos, así que
decidieron formar una comisión encargada de realizar una suscripción entre el
vecindario y principalmente entre los almacenistas de vino, ultramarinos y
rematantes de las obras cómo los más beneficiados con la venida de las tropas.
Pues bien, a la obra se presentaron tres
ofertas ganando Lino Araco con una de 9.800 ptas., pero no se llevó a cabo este
proyecto, como veremos en el siguiente capítulo.
JOSE LUIS GARAIZABAL FLAÑO
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