Los siguientes recuerdos pertenecen a Maite Aguirre, de 64 años y habitante
de una de las casas del Grupo Villa Nueva, en una amable conversación que
mantuve con ella en noviembre de 2022.
Empieza relatándome que la casa tocó por sorteo a su
bisabuelo, quien entonces trabajaba en Altos Hornos de Vizcaya. La prole de
este hombre ya nunca se desvinculó de la casa, pues tanto el abuelo paterno de
mi informante como dos tías suyas y ella misma nacieron en dicha casa. De
hecho, Maite fue bautizada en la cercana y ya desaparecida iglesia de San
Cristóbal (derribada en 1989).
Maite recuerda que originalmente las casas de este bonito
barrio eran de color marrón, con los falsos entramados de madera pintados de
rojo. Había unos pocos árboles junto a las casas, y mantiene vivo en su memoria
el desaparecido lavadero de Rivas.
Su madre le contó que durante la guerra civil, en un
bombardeo de 1937, cayó una bomba en frente, en lo que hoy es la Plaza
Gorbeamendi (entonces unas campas), cuya onda expansiva hizo saltar los
cristales de su casa.
Rememora que posteriormente se construyeron, al final de
la Avenida Repélega y frente a las casas de El Progreso, una serrería y una
carbonería, que aparte de carbón también vendía leña para el fuego (entonces
eran muy comunes las casas con cocina “de chapa”).
Maite afirma orgullosa: “Aquí sólo estaban las casas
de El Progreso, Villa Nueva y las de la Babcock. Todo lo demás eran campas.
Estaba todo tan despejado de edificios, que aquí subían los de Portugalete a
tomar aires”.
Jesús, de 67 años y habitante de una de las casas del Grupo El
Progreso, donde nació en 1955, me relataba en noviembre de 2022 que en la
década de los 60 del siglo XX el actual bloque de casas que da a la Avenida
Repélega y a la calle Luis Fernández Gómez, era entonces una campa con un campo
de fútbol improvisado, donde iban a jugar los chavales. Así mismo, aún recuerda
que en la Avenida Repélega, muy cerca de la actual Plaza Gorbeamendi, se erigía
el caserío de los Arana-Vizcaya, desaparecido cuando en los 70 se construyó el
bloque de casas que rodea la citada plaza. En su niñez fue alumno de las
escuelas de Ramón Durañona, que ellos llamaban siempre “las escuelas del cura”.
Ángela E., vecina de Villa Nueva de 60 años que ya citamos en una
anterior entrega, recuerda que siendo niña, a finales de la década de los 60,
iban a comprar leche a una caserío de Rivas Nuevo (pequeño grupo de casas que
estaban a apenas 100 metros de Rivas Viejo), trayéndola en las cántaras o
lecheras metálicas que algunos hemos conocido. Así que el paso continuado de
vacas por las campas de Villa Nueva era algo muy común y entretenimiento de los
niños.
Ángela me relata que cuando su madre iba a los bailables
de la Plaza o al tren de La Canilla, tenía que quitarse los zapatos y ponerse
unos menos elegantes, ya que hasta el casco urbano de Portugalete (que
entonces, años 40 y 50, se reducía al Casco Viejo, General Castaños, el Ojillo
y una incipiente Carlos VII), todos los caminos eran de tan sólo tierra
apisonada; y aún peor cuando llovía, pues esos caminos se convertían en
auténticos lodazales. Entonces se decía “bajar a Portugalete”, expresión
que según Ángela los de Repélega aún siguen usando.
Ilustramos este artículo con tres fotografías que nos ha
cedido la citada Ángela. En primer plano el primer bloque de Villa Nueva según
se viene de Sestao, con sus entradas originales (estas eran una especie de
pequeño porche o antuzano, dentro del cual se abrían las puertas de acceso a
las casas). Al fondo unas campas, donde a finales de los 70 se construirá el
ambulatorio de Repélega.
A la derecha aparece la madre de Ángela y una de sus
hijas, fechada en septiembre de 1971, junto a las primeras casas de la Babcock
& Wilcox. Detrás de ellas las campas donde unos años después se construirá
el citado ambulatorio de Repélega.
La última de las fotos, fechada en 1975, está sacada
desde la parte alta de la actual calle Barrengoitia, que como se ve, entonces
eran sólo campas. Detrás aparece la calle San Nicolás, con sólo construida una
de las aceras. La acera de enfrente, a la izquierda de la imagen, aún está por
construir, pero se ve que las obras de los actuales bloques ya han comenzado.
AITOR GONZÁLEZ GATO.
La madre de Ángela se llamaba Pili y su hermana que con Ángela enmlavfoto se llama Ana Mari, jugaboa juntas de crias
ResponderEliminar"Bajar a Portu" lo decíamos, decimos y diremos las gentes
ResponderEliminarde Repelega por los siglos de los siglos, aunque en un futuro el ayuntamiento instale el teletransporte (que seguro que la mayoría de las veces estará averiao, jiji).
Mare mia. Recuerdo ir a por leche al caserio!
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