En el periódico del PORTUGALETE 700 nos pidieron que dedicáramos un artículo a la historia del asociacionismo portugalujo que tanta importancia ha tenido y tiene en la vida social de la Villa. Fue entonces cuando pasaron por nuestra mente nombres de muchas personas que ayudaron a mantener viva la actividad social, y a recuperar nuestras costumbres y cultura. Y dentro de estos, valoramos sobremanera aquellos a los que les tocó vivir esta actividad en los años de la dictadura, con lo cual no sólo era más difícil sino también peligroso por no encajar en los parámetros que el régimen dictatorial franquista marcaba.
En esta tesitura de seleccionar un nombre no nos fue difícil elegir, pues además de haber trabajado con nosotros en esta aventura de la Colección El mareómetro, era una persona que podía representar también a otros muchos de su generación.
Como él nos señaló en vida, su padre Salvador Aróstegui,
motorista en el histórico remolcador Ayeta, inculcó a sus hijos el amor a su
Villa trasmitiéndoles recuerdos y anécdotas portugalujas. Gaizka, el mediano,
fue un hombre inquieto y trabajador a quien su pasión por la música, le llevó
en la década de los 50 a participar en el Danok Bat. En esos años, desde la
JOC, de la que fue su primer presidente, con Pedro Solabarria, Sabin Ipiña y
otros, trabajó también con ahínco en recuperar viejas tradiciones, como los
coros de Santa Agueda.
En 1965 fue uno de los promotores del Lora Barri cuyo
primer presidente sería José Ramón Tejada y en 1966 contribuyó a la creación de
la Sociedad Cultural que editara la revista El Abra, formando parte de su
equipo de redacción y escribiendo sobre temas portugalujos, desde el profundo
conocimiento de su Villa.
Afiliado al PNV, del que fue un miembro activo, puso
en marcha diversas actividades culturales entre las que destacó la exposición
póstuma de su amigo el pintor Joaquin Huici (1929-1985).
En 1978 participó en la reinstauración de la Cofradía
de Mareantes con Alfonso Susilla como primer mayordomo de esta nueva etapa y en
1987 en la creación de la Asociación de Amigos de la Basílica, auspiciada por
Txomin Bereciartua.
En 1995 y hasta su muerte, se implicó en cuerpo y alma
en la Colección El Mareómetro formando parte de su Equipo Editorial.
Trasmitió su amor a los libros a sus hijos, uno de los
cuales Gaizka Arostegui Castrillo, destaca como escritor tanto en euskera como
en castellano.
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