Seguimos hoy con el caso de estupro,
o violación de una menor, en la Villa, con otras declaraciones de testigos que
se recogen en el expediente del AHMP estudiado por Roberto Hernández Gallejones.
María Antonia de la Llosa, de
20 años, que acompañó a María de Zuricalday al barco refirió que la conocía y
la tenía “por doncella virgen, honesta y recatada,
sin cosa en contrario” y que sabía que la joven y Juan de Travieso, habían
estado a solas en el barco antes del suceso, y que el día 10 la había
acompañado y al poco rato de haber entrado la moza en la cámara de Juan de
Travieso, “empezó el susodicho a hacerle
algunas fiestas y halagos a María”, conminándola a ella a que subiese a la
cubierta, cosa a la que en un principio se negó, hasta que, ante la insistencia
del marinero, accedió dejándoles a los dos jóvenes a solas.
Allí, en la cubierta del
buque, “estuvo un rato divertida escogiendo
unas castañas”, bajando luego nuevamente encontrándoles en la cama “pero echados, y a su parecer, el citado Juan
con los calzones sueltos, de lo que receló la testigo”. Después, una vez
desembarcadas ambas, María Antonia riñó a la chica por lo que había visto,
confesándole ésta que era cierto que había “tenido
acto carnal”, pero que éste le había prometido casarse con ella.
Esta versión fue rebatida por
el abogado del chico diciendo que mientras los dos jóvenes estaban en el
interior de la nao ella “constantemente
los acechaba sin que quitase la vista de ellos, aun desde arriba”, y con
todo decía no haberlos visto “en aquella
postura que parece regular en actos fornicarios, ni menos afirma estuviese
dicha mi parte con los calzones sueltos ni sus botones”.
El otro abogado expuso que con
la negación de los cargos que se le imputaban parecía querer imitar al “casto Joseph falsamente, y asegura que fue
provocado lascivamente por la chica, pero que venció la inclinación natural y
ademanes cariñosos, y no sé cómo se componga esto con estar echado en la cama,
juntamente con dicha María, todo desmantelado, los calzones caídos, descansando
en realidad de la pasada fatiga”.
No obstante, según el
abogado, su parte no deseaba “hostigarle
a Juan, trayéndole de la melena”, ya que querían que el novio de María “esté bueno, robusto y sano para recibirle,
como esposo, cuando cumpliese con su palabra”.
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