Uno de los investigadores mas importantes que conocimos en nuestra etapa con la Colección El Mareómetro, es Goio Bañales, gran amigo del que echamos de menos su desaparecido blog. Revisando una vieja carpeta de mi ordenador he encontrado esta entrada suya de enero de 2008 dedicada a nuestro poeta portugalujo:
Me
resulta especialmente agradable poder recoger noticias de nuestros escritores,
maestros, exploradores... pero, sobre todo, poder traer referencias de poetas.
No
cabe duda de que lo mejor de nosotros mismos despierta con la introspección,
cuando alcanzamos ese estado en que buscando la belleza, y alejándonos de lo
terreno, alcanzamos lo sublime.
En
sus escritos, los poetas nos regalan parte de la experiencia que viven
vagando por mundos etéreos, desconocidos para todos salvo para ellos mismos. Y
nos la sirven traducida en palabras, abriendo sus más personales e íntimas
vivencias, y desnudándose hasta un punto tal que avergonzaría a cualquiera que
no fuese tan infinitamente generoso como ellos.
Por eso, entre otras muchas cosas,
cuando un poema cae en nuestras manos, estamos obligados a ir más allá de una
simple lectura, debemos contemplar el corazón del poeta que late en cada uno de
los versos
Faustino Gonzalo Díez Gaviño nació en
Portugalete en octubre
del año 1852. Era hijo de Luis Díez
Sopeña y de doña Rosario Gaviño Calvo. Estudió
ingeniería en Barcelona,
pero su pasión fue la escritura y, especialmente, la poesía.
En Internet he encontrado una página
titulada “Contra los titanes de la rutina”, escrita por Guillermo Lusa Monforte, en la que
recoge lo que él llama “un curioso testimonio relativo a la formación del
ingeniero”, titulado “Viaje alrededor de un empleo. Historia de un
ingeniero industrial (apuntes jocoso-serios)”, que está escrito por
Faustino Díez, del que incluye el siguiente extracto:
“A fuerza de trabajo y de
paciencia fui logrando meter en la cabeza aquellas raíces
cúbicas de polinomios, aquellas ecuaciones trascendentes, aquellas integrales y
diferenciales, aquel péndulo cónico, aquel plano tangente a un cuerno de vaca,
y esos millares de teoremas y fórmulas cuya digestión es tan pesada y costosa.
Y entré en la Escuela.”
En 1880 fundó en Bilbao el periódico Laurac Bat, de ideología carlista,
que tuvo muy corta vida. Por razones que desconozco se trasladó a Cuba, donde fundó, en 1886,
la revista Laurac Bat
de la Habana, de la que fue director, que era secuela del Laurac Bat de Montevideo, primer
periódico vasco en tierras indo-hispanoamericanas, que había sido creado en
1877.
Hoy
recojo aquí uno de sus versos que se halla entre los editados en su libro
"Versos" (año 1899), que contiene alguno de los poemas que
publicó en prensa. En este caso lo he hallado publicado en el NOTICIERO
BILBAINO, de abril del año 1902.
Y
es que, efectivamente, ante estos versos, el lector no puede dejar de ponerse
en el lugar de su autor, Faustino Diez Gaviño, quien, en su partida rumbo a La
Habana, se despedía de lo que más quería.
Mientras
que unos lloran con lágrimas Gaviño lo hizo con versos.
Hermoso poema, que nos recuerda lo que miles de hombres y mujeres debieron sentir cuando se alejaban de su tierra querida: pescadores, navegantes, soldados, pobres que fueron a "hacer las Américas" en busca de una vida mejor, exiliados por la guerra civil, corsarios, funcionarios al servicio del monarca de turno... Qué triste debe ser ver alejarse Portugalete sin saber si será la última vez que lo veas. Ciertamente el terruño se lleva en el corazón
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