Con el título, La nueva Bilbao que pudo ser entre Portugalete y Santurtzi, Alberto G. Alonso, publicó ayer en DEIA un articulo sobre el proyecto urbanístico de 1901 que pretendió ampliar la capital en la desembocadura de la ría.
Una magna obra urbanística que se concretó a nivel de
planos e infografías de la época un año después de nacer la pasada centuria, en
1901. Pero ahí se quedó. En el cajón.
La iniciativa de uno de los próceres industriales de
la época, Carlos Petrement y Laurin, se vio abortada por la
Autoridad Portuaria, denominada entonces Junta de Obras del Puerto de Bilbao
que se negó en redondo a ceder la gran lámina de agua que se había generado
poco antes entre el recién construido muelle de hierro y la costa natural donde
se asoman Portugalete y Santurtzi.
Petrement presentó su proyecto el 1 de julio de 1901
tres años después de que Evaristo Churruca concluyera el dique que posibilitó
eliminar la gran barra de arena cercana, la cual impedía la navegación fluida
de grandes buques en dirección al interior de la ría hacia Bilbao.
La espectacular estructura de hierro delimitaba una
superficie de agua de cerca de 250.000 metros cuadrados que hoy en día ocupan
las piscinas municipales de Portugalete, la sede de la Náutica, el extenso
polideportivo de Santurtzi, los pantalanes para embarcaciones deportivas y el
actual puerto pesquero. Hasta 35 campos de fútbol de San Mamés se podrían
colocar uno al lado de otro en esta gran extensión.
El promotor solicitó permiso para desecar toda la zona
que componía una marisma rocosa, la cual proporcionaba un fácil saneamiento y
suponía una buena base para la creación de la nueva ciudad y su urbanización
defendida por baluartes y malecones que el proyecto constructivo contemplaba.
Como se recoge en los planos que ilustran la
información, las dos curvas que conformaban el nuevo dique y la costa natural
diseñaban un espacio similar a una bacalada extendida en salmuera muy
reconocible históricamente por todos los bilbainos.
El proyecto se llamó Bilbao La Nueva y su
desarrollo y pretensiones llegó incluso a que la revista Blanco y Negro
publicara en Madrid un reportaje con varias ilustraciones sobre la futura expansión de la pujante
capital vizcaina en la que se fijaban entonces otras muchas ciudades del
Estado.
El Bilbao de la época necesitaba expandirse como
consecuencia del ímpetu comercial, marítimo e industrial que protagonizaba la
capital vizcaina. Unos datos demográficos que avalaban ese crecimiento son que
en las últimos tres décadas del siglo XIX, desde 1870, el número de los
habitantes de la villa se cuadruplicó.
A la gran ciudad comercial se le unió la actividad
minera de tratamiento industrial extrayendo ingentes cantidades de hierro que
exportaban principalmente a Inglaterra. Una marea humana acudió a la cada vez
más intensa actividad de manera que el actual Casco Viejo, el Bilbao original,
estaba atestado de población, con grandes problemas urbanísticos, falta de red
viaria y transportes públicos adecuados con el resto de las poblaciones que
empezaban a conformar la futura metrópoli entorno a la ría.
Era la época en la que la jet set local se movía desde la capital a Algorta y Las
Arenas, en la margen derecha, y a Portugalete y Santurtzi, en la
izquierda, para disfrutar de los baños de mar y sus segundas residencias de
alto standing, las cuales ocupaban solares mirando al mar y cerca de playas hoy
algunas desaparecidas.
Todo obligaba a la expansión de la capital fuera de
sus siete calles y arrabales circundantes. Un crecimiento que miró al otro lado
de la ría, al actual Ensanche, que se concretó mucho más a partir de 1890
cuando se produjo la anexión definitiva a la capital vizcaina del municipio
colindante de Abando, lo cual supuso una ampliación del proyecto original de la
expansión diseñada.
Un crecimiento que según Carlos Petrement y Laurin se
quedaba corto sobre todo si se quería liberar de terrenos y usos portuarios a
Bilbao y trasladar esas actividades mercantiles e industriales al Abra.
La idea que rondó su mente durante todo el proyecto
fue crear en la desembocadura de la ría una extensión de la villa
interior con una población marítimo-comercial que tuviera
vida propia y comunicaciones directas tanto con el resto del territorio como de
la península.
Así como la vida de la vieja Bilbao se concentró en
los muelles entre Deusto y San Antón donde ya no podían atracar buques de gran
calado, la vida en Bilbao la Nueva se agruparía en las nuevas líneas de atraque
y en las aguas cercanas del Abra, entonces en estado casi virgen, las cuales
podrían acoger gran cantidad de embarcaciones fondeadas.
El trazado urbanístico del Bilbao La Nueva era
sencillo, con la particular forma de un bacalao abierto referida, e iba a
suponer ganar superficie al mar con rellenos de tierra y rocas eliminando las
playas de Santurtzi y Portugalete.
La parte ancha de la extensión estaba previsto que
fuera ocupada por edificios oficiales, dependientes del Estado como la
capitanía de puerto, la aduana y demás oficinas y servicios
administrativos. En el centro de toda esta área se dibujaba un
gran espacio circular de cien metros de diámetro, bautizado ya antes de nacer
como Plaza de Vasconia, con una gran escultura en medio. Como mascarón
de proa del terreno estaba previsto levantar un palacio en formato redondo y
con una elevada cúpula que esperaba alcanzar los 50 metros de altura. Acogería
un casino, un balneario, teatro y otros servicios de ocio. Desde este punto, el
diseño recogido en los planos dibuja una gran avenida central, como si fuera la
espina del bacalao, que se desarrolla al largo de 700 metros de longitud por 30
de ancho hasta el final del planeamiento pegado al municipio de
Portugalete.
Su nombre iba a ser Gran Avenida de Vizcaya y
distribuiría los tráficos de peatones e incipientes vehículos a motor así como
el tranvía que ocuparía el centro de la avenida. Curiosamente como se ha
definido el mismo transporte los próximos años por la isla de Zorrotzaurre.
Esta arteria central iba a ser atravesada por nueve
calles que conectarían con otras dos avenidas laterales, la de Álava y Guipúzcoa, ambas de 780 metros de
largo por 20 de ancho. Esta última arteria compondría el límite con el ría a
través de dique de Evaristo Churruca mientras que la primera se embebería en
tierra haciendo desaparecer la costa natural. Como se observan en las imágenes,
el estilo de urbe es muy similar al París de la época e incluso se preveía
redactar unas ordenanzas municipales específicas para este espacio. Y otro
detalle. Todas las calles y avenidas iban a contar con porches o soportales. Era
importante guarecerse del sirimiri mucho más imperante entonces que ahora.
Curiosamente todo este proyecto, en cierta manera, se
ha estado ejecutando por la Autoridad Portuaria de Bilbao desde 1992, esta vez
en terrenos de Santurtzi y Zierbena, con el traslado de la actividad portuaria
desde Bilbao y la creación de nuevos espacios, eso sí, exclusivamente con
dedicación portuaria, industrial y comercial.
Como ya detallé en el estudio "La familia del kiosco de la Plaza del Solar" que está disponible en la Biblioteca Digital Portugaluja, Carlos Petrement y Laurin fue hijo de Juan Petrement Rembo (1832-1891) que fundara en Palencia la fundición donde se fabricó en 1889 el kiosco palentino y en 1912, su gemelo portugalujo, ya bajo la firma de Arroyo y Gallego con los hermanos Julio y Carlos Petrement como socios. Éstos, también estuvieron asociados con Víctor, Benigno y Félix Chávarri en la empresa "Chávarri, Petrement y Cía" que años más tarde acabó como "Talleres Miravalles".
ResponderEliminarSe llamaba Carlos Petrement Laurin....apellidos medio Franceses medio Belgas..mi Madre se apellidaba igual... lo del "y" Laurin no es verdad
ResponderEliminarA estudiar más, aunque reconozco que parte de su escrito es fidedigno
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